En 2019, Niels Högel, una enfermera en Oldenburg, Alemania, fue condenado por el asesinato de 85 pacientes de 2000 a 2005, y los investigadores sospechan que el verdadero número de sus víctimas es mucho más alto. Se descubrió que Högel había administrado sobredosis de drogas que causaron un paro cardíaco para poder revivir a los pacientes y ser celebrado como un héroe.
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Un médico de familia británico, Harold Shipman, fue condenado en 2000 por asesinar a 15 de sus pacientes. Una investigación posterior encontró que había matado al menos 215, durante un período de 23 años.
También en Gran Bretaña, Lucy Letby, una enfermera neonatal, fue condenada en 2023 y 2024 por matar a siete bebés e intentar matar a otros siete. Fue acusada de usar métodos difíciles de hacer sobrealimentando a los bebés e inyectarles aire o insulina, aunque los expertos médicos han cuestionado la evidencia utilizada para condenarla y citó nuevas pruebas que sugieren que los bebés no fueron dañados intencionalmente.
Los pacientes a quienes el médico de Berlín está acusado de matar tenía entre 25 y 94 años, y la mayoría de ellos en el extremo superior de ese rango. Todos ellos recibían cuidados paliativos, y un proveedor médico en el hogar empleó a este médico al cuidado de todos ellos. Los investigadores dijeron que el empleador del médico había ayudado en su consulta.
En un caso, se le acusa de sedar y envenenar a una mujer de 87 años en junio pasado y luego prender fuego a su departamento en el área de Neukölln del sur de Berlín. Aunque los trabajadores de emergencia pudieron resucitarla, posteriormente murió en el hospital.
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Un mes después, dicen los fiscales, el médico primero mató a un hombre de 75 años en el cercano distrito de Kreuzberg y luego condujo a Neukölln, donde mató a una mujer de 76 años y prendió fuego a su departamento. Pero cuando vio que el incendio había salido, dicen los fiscales, llamó a los familiares de la mujer y afirmó que había estado tocando su timbre, pero que nadie había respondido.
Este artículo apareció originalmente en el New York Times.









