Si son liberales, llegan a tiempo para cambiar

Mario Vargas Llosa lamentó haberse acercado a Julio Cortázar a la causa cubana en aquellos años en los que Fidel Castro y su barbudo acumularon las esperanzas de la revolucionaria izquierda.
Por Héctor M. Guyot, en Diario la Nacia
El autor de Rayuela, incluso poco atraído por la política, regresó deleitó una visita a Cuba que hizo en 1963 y mantuvo su apoyo al régimen de Castro a lo largo de su vida. “Fue, en realidad, un viaje sin retorno, desde el punto de vista ideológico”, escribe Pedro Cateriano en Vargas Llosa, su otra gran pasión, una nueva biografía política del escritor peruano que murió el domingo pasado. Allí, en una nota al pie, cita la opinión de María Pilar Donoso, esposa del escritor chileno José Donoso, quien dice que Cortázar llevaba a los líderes ideológicos colocados concienzudos: recuerda que una vez, en Polonia, su traductor le dijo al escritor que había sido testigo de la entrada de los Tanks Russian en Prague. Cortázar prefería no escucharla. Necesitaba, dijo, mantener su fe revolucionaria pura “poder vivir”.
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Vargas Llosa, quien apreció a Cortázar y descartó que su apoyo a Castro fue un gesto oportunista, rompe con la Castro Cuba en 1971, según el caso de Padilla. Pasará de un socialista a liberal, qué costos de crítica e incluso la cancelación del establecimiento cultural, principalmente desde la izquierda.
Dejemos el problema ideológico y pongamos el enfoque en un aspecto anterior y en mis criterios esenciales: la apertura para cambiar, la voluntad de dejar una idea, ya sea, cuando otra fallida o superada por otra. Esto requiere ser emancipado por la adhesión ciega a una determinada ideología y la capacidad de cuestionar lo que pensamos. Es decir, una autonomía intelectual que, según Vargas Llosa, es constitutiva de la tradición liberal. “Esta doctrina es incompatible con todas las formas de dogmatismo y sectarismo”, escribe en The Call of the Tribe, una autobiografía intelectual en la que el escritor dialoga con pensadores como Friedrich Von Hayek, Isaiah Berlín, José Ortega y Gasset, Karl Popper y Raymond Aron.
Un liberal, escribe Vargas Llosa, suele ser alguien que tiene incluso las verdades que son más caras. “Este espíritu abierto, capaz de cambiar y superar sus propias convicciones, es poco común de a menudo inconcebible para quién, como tantos conservadores, cree haber alcanzado verdades absolutas, invulnerables a todos los cuestionamientos o críticas”, dice. Ese espíritu, que permite el diálogo con uno mismo y con los demás, es el humus de una cultura democrática.
Todo esto plantea preguntas urgentes nuevamente en nuestro país. ¿Es posible un liberalismo económico sectario que niega los principios del liberalismo político? ¿Tenemos un presidente liberal o un populista correcto? ¿Es una cuestión de alguien que necesita mantener su fe revolucionaria pura para poder vivir?
La partida de las acciones sin turbulencia fue celebrar, pero Javier Milei y sus principales funcionarios, en lugar de celebrar, salieron a gritar su “éxito” frente a aquellos que consideran “impuros”. Y bueno, en su estilo: “Mandril, dime cómo se siente, que las acciones llegaron a su fin … tu opinión donde no te das el sol, cómo sale este gobierno, por favor”. Todos con la melodía de fútbol y dirigidos a los medios de comunicación ya acusados, nuevamente, de “Ensobrados, operadores, basura”, incluidos Jorge Fernández Díaz, Alfredo Leuco y Carlos Pagni.
El discurso de Milei y su fiel sedación transunta, no sabemos por lo que sufrieron las derrotas o humillaciones. El escritor inglés Philippe Sands dice en la nación de hoy que ciertas líderes extremos del presente expresan el ego masculino herido. ¿Es este el caso? Sospecho que algo de eso está en una chica tan valiente que toma el pecho y grita en las redes. Pero no tengo dudas de que detrás de la intransigencia y las agresiones verbales hay una herida. Una herida aún abierta, quizás injusta, que afirma ser vengada. Parece que muchos de estos líderes cobran esa deuda pendiente a todos, excepto a aquellos que los aplanaron y pagan a Pleitesia, es decir, a aquellos que los ayudan a aliviar la sensación de haber sido menospreciados o subestimados.
Contra las apariencias, Sands cree que Ultra -Right expresa debilidad, en lugar de fuerza. Quizás Nietzsche estaría de acuerdo. “El fanatismo es la única fuerza de voluntad de la cual los débiles son capaces”, escribió el filósofo alemán. Quizás en estos líderes hay una debilidad que tiene como objetivo pasar por la fuerza por la fuerza de gritos e insultar a cualquiera que no los confirme en su supuesta superioridad.
“Todos saben cómo responde el presidente”, Justificó Manuel Adorni antes de las preguntas correctas de Cristina Pérez de LN+. El adjetivo “asqueroso” no es agresivo para el portavoz presidencial. Sería “una mera descripción”. Podemos tratar de entender por qué el autogestivo del gobierno recuperándose en dogmatismo y orgullo, pero no podemos justificar lo injustificable o normalizar lo que no es normal. Si son verdaderos liberales, Vargas Llosa diría que llegan a tiempo para cambiar.