Retrato de Mondongo, un feroz autorretrato de Mariano Llinás

Para el retrato de Mondongo, la segunda parte de un tríptico hecho por Mariano Llinás sobre el grupo de arte, el director “ha decidido no ofrecer una sinopsis (…), invitando al espectador a una experiencia cinematográfica sin preconcepciones”. Con el cual ensayo una revisión sería carecer de respeto por esa intención. Es probable que el argumento suene como el eufemismo de pereza, y está bien que lo sea. A veces el autor no tiene control.
De todos modos, es decir, con el trabajo de Llinás, asistimos a un autorretrato de sinceridad feroz, movido por un compromiso con el arte que es uno de los predicados de su amor por el cine.
Esta segunda parte se estrenó en el marco de la nueva sala Arthaus, que está programada por el cineasta Tomás Guiñazú. Al igual que las otras dos entregas, el Balancer y Kunst der Farbe, se pueden ver hasta mayo en esta área en particular, ubicada en el séptimo piso del espacio de creación, en Bartolomé Miter 434, en la ciudad de Buenos Aires.
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En 2021, el espacio de creación de Arthaus encargó al director una película sobre el grupo Mondongo, Friends of the Director durante veinte años. El grupo, actualmente (y en la digesis de la película) está compuesto por Manuel Mendanha y Juliana Laffitte, se fundó en 1999 y desde entonces se destacó por su originalidad para orquestar materiales en un trabajo. Ahora, tanto una muestra de tríptico de Mondongo como Llinás viven en un diálogo artístico de complejidad nutritiva.
Al ver, por ejemplo, los cráneos expuestos en Arthaus, que observa puede acceder a la sensación de que la originalidad se trata más de cómo se combina la forma en sí misma. Y, por supuesto, lo mismo sucede con Llinás.
“Fui amigo de ellos durante mucho tiempo”, dice el director, en diálogo con el perfil.
“¿Cómo surgió tu amistad?”
“Se unió a la relación del otro con su disciplina”. Siempre estuve interesado en pintar y dinero. Y con ellos sentía que había conocido a Velázquez. Fue para unirse lo que estábamos haciendo. Y para mí eso fue constitucional de la amistad. Un secreto que tuvimos: llegamos allí y hablamos de eso. Quería hacer una película sobre ese enlace y no querían.
“¿Pero estás contento con el resultado de la película?”
“No era un objeto que generara mucha alegría en el momento de convertirse”. La pelea que aparece y que de alguna manera marca todo fue el paso final. El tráfico de la película fue extremadamente doloroso. Me parece que para ellos y para mí fueron dos años muy difíciles. Estoy convencido de que era la película más difícil que tuve que hacer en la vida, lo cual es difícil de pensar en ello en términos de alegría, ya que tuve que hacer una película con personas que no querían hacer la misma película que yo. Y es la primera vez que me pasa. En general, las películas son responsables de encontrar su esquema de amistad.
“¿Qué pasa con el resultado?”
“Sí, siento orgullo”. La sensación de que, a pesar de todo, podría hacerse. Es una satisfacción que se siente después de haber estado en un incendio. No es exactamente lo mismo que te sientes después de dejar una fiesta. Fue muy difícil y muy triste.
Cuando las luces salen en la sala de Arthaus en este otoño que comienza, aproximadamente a las 7 p.m., el cielo todavía está en ese color pequeño mencionado que llaman índigo. Si el cine invita a la entrega a una serie de artificio que requiere concentración, el espectador debe olvidar que si mira a su derecha, puede pasar un avión. Pero con la ejecución de las actas, en general, se puede omitir. Más si la película es buena.
“Hay una ciudad que rodea esa habitación”, dice Tomás Guiñazú, programador de Arthaus.
TG: Eso se encuentra en un séptimo piso, no le permite un espacio que tenga una invasión de sonido o visual, sino porque es en ese punto y al mismo tiempo que se viola un efecto similar al de una sala de cine. En este caso, es una habitación poco convencional, que también tiene un techo que se puede abrir, es decir, puede estar abierta o completamente cerrada.
—En el programa comienza con este tríptico.
—TG: La verdad, que es una oportunidad bastante única para poder proyectar el tríptico simultáneamente a las obras de Mondongo dentro de Art House. Después de estos tres meses de proyección de la película de Mariano, habrá diferentes muestras que anunciaremos, y que girarán en torno al cine contemporáneo argentino y latinoamericano.
“¿Qué te dejó todo el proceso de hacer la película?”
“MLL: Descubrí que el cine es más difícil de lo que pensaba”. Hay personas a las que les gusta el cine y las personas que no. Y tienes que hacer películas con las personas que te gustan. Hay algo de la orden patriótica. De hecho, la tercera película es un reclamo de las personas a las que les gusta hacer el cine. Siento que lo que era difícil en este objeto, que, por cierto, es poco dócil, es que mis amigos no confiaron en el cine. Descubrí lo sacrificado y exigente que puede ser. Y hay personas que no están dispuestas a mostrar todo. Y en el cine tienes que mostrar todo; Si no, la mentira se entiende, se ve.
“No dejo de sentir que, en parte, asistí a un teatro”. La película también funciona como una reflexión sobre la ficción.
“MLL: Está bien”. Pero antes de que me dijeras que te movió. Si hubiera sido una mentira, probablemente no te movería de la misma manera. La conmoción es un poco que hay un área en la que se intenta algo real. Hay algo de ese dolor que vibra de una manera real, por lo que se mueve. Algo sucede con las películas de Greta Garbo. Uno se pregunta si realmente está sufriendo o sufriendo. Pero en ese momento hay algo en lo que la película no podría haber existido si no hubiera tomado la necesidad de hablar sobre las mismas cosas de las que estábamos hablando cuando nos reunimos.
“Y creo que esos problemas inevitablemente se filtran”. Por ejemplo, un compromiso inquebrantable con el arte. Y en tu cine siempre estás hablando de eso.
—MLL: Están muy comprometidos con lo que hacen y ese es un punto de contacto. Tenemos el mismo compromiso en nuestro trabajo.