Pakistán advirtió una “incursión inminente” de la India en Cachemira

India y Pakistán, dos potencias nucleares con una compleja historia de confrontaciones, estaban al borde de la guerra para los recientes avances en la región contemporánea de Cachemira. Sucedió después de un brutal ataque terrorista a manos de un grupo paramilitar, un hecho que desencadenó una cadena inédita de represalias políticas, diplomáticas y militares entre los dos países enfrentados durante 70 años.
Pakistán, en respuesta a las crecientes amenazas de la India, advirtió una “incursión inminente” en el área contemporánea. El último capítulo de esta guerra de “baja intensidad” ocurrió después del ataque a la ciudad de Pahalgam, que dejó al menos 26 muertos, y fue calificado como uno de los más letales en los últimos 25 años. Además, revivió los temores sobre una escalada entre dos países que no firmaron el tratado de no proliferación nuclear (TNP) y compartieron una de las fronteras más peligrosas del mundo.
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El ministro de Defensa de Pakistán, Khawaja Muhammad Asif, confirmó que el país reforzó sus fuerzas armadas a lo largo de la línea de control (LOC), la frontera de facto que divide la región de Cashmiro.
Desde el ataque del 22 de abril, que estaba dirigido a un grupo de turistas hindú, la situación ha subido rápidamente. Las autoridades indias, por otro lado, responsabilizaron a Pakistán de estar detrás de la operación, señalando que el grupo de atacantes pertenecía al grupo islamista Lashkar-e-Taiba, con vínculos históricos con el gobierno paquistaní. Sin embargo, Islamabad se separó del ataque y, en paralelo, acusó a Nueva Delhi de escalar el conflicto a través de acusaciones infundadas.
El ataque en una parte posterior de Cachemira
La naturaleza del ataque y las primeras reacciones
El ataque en Pahalgam ocurrió en la tarde del martes 22 de abril, cuando entre cinco y seis hombres armados descendieron de una zona boscosa y abrieron indiscriminadamente fuego contra un grupo de turistas hindúes. El ataque dejó al menos 26 hombres muertos, la mayoría de los hombres hindúes que estaban disfrutando de unas vacaciones en esta ciudad montañosa de Cachemira, famosa por su belleza natural y su relativa paz en medio de un conflicto largo y doloroso.
Según los testigos del ataque, los asaltantes separaron a las víctimas de acuerdo con su religión, permitiendo el vuelo de aquellos que podían recitar el Shahada, la declaración de fe islámica. Para la India, este detalle fue interpretado como un acto de sectarismo religioso dirigido directamente contra la comunidad hindú, lo que llevó al gobierno de Narendra a modificarlo como una “masacre calculada”. Esta masacre no solo ha causado una crisis humanitaria, sino que también exacerbó tensiones dentro de la India, donde los sectores nacionalistas exigen represalias militares más severas contra Pakistán.
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Aunque las autoridades de ambos lados no confirmaron oficialmente el número de víctimas civiles del ataque reciente, el incidente marcó un nuevo pico de tensión en un conflicto que parecía, hasta hace poco, contenido en el campo diplomático. Desde Nueva Delhi, el ejército indio dijo que los disparos fueron “iniciados por Pakistán” y respondieron “efectivamente”, mientras que de Islamabad el alcance de la confrontación se minimizó, afirmando que “no hubo disparos hacia las áreas pobladas”.
Este ataque ha marcado un punto de desglose en el conflicto de Cachemira, que ha sido alimentado por disputas territoriales, diferencias religiosas y rivalidades geopolíticas durante más de 70 años. En lo que se considera un cambio en la naturaleza del conflicto, el ataque no estaba dirigido a las fuerzas de seguridad, sino a los civiles desarmados, algo que ha generado una respuesta más agresiva y diplomáticamente costosa por parte del gobierno indio.
Respuestas y represalias
El gobierno indio reaccionó rápidamente con una serie de medidas duras. Suspendió el Tratado de Agua del Indo, que regula la distribución de los recursos hídricos entre los dos países desde 1960, y cerró el principal cruce fronterizo de Attari-Wagah, vital para el comercio entre India y Pakistán. En su discurso televisado, el primer ministro Narendra Modi prometió “una persecución sin cuarteles” contra los responsables del ataque, y aseguró que India rastrearía a los terroristas hasta que “los confines de la tierra”.
Pakistán, mientras tanto, negó rotundamente cualquier participación en el ataque. En una conferencia de prensa, el ministro de Asuntos Exteriores paquistaní, Ishaq Dar, desafió a India a presentar evidencia que vincula a los ciudadanos paquistaníes con el ataque. A su vez, Pakistán lanzó represalias diplomáticas, expulsando a los diplomáticos indios y minimizando las relaciones bilaterales.
Paralelamente, Pakistán advirtió que cualquier intento de interferir con el flujo de agua del río Indo se consideraría “un acto de guerra”. El tratado de agua del Indo es un pilar crucial en la relación entre India y Pakistán, especialmente porque el río Indo y sus afluentes son vitales para la agricultura y el suministro de agua de Pakistán. El tratado, mediado por el Banco Mundial en 1960, fue uno de los pocos acuerdos bilaterales entre los dos países en la mitad de las escaladas de guerra y las diferencias diplomáticas.
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El ministro de Relaciones Exteriores de Pakistán advirtió que cualquier corte en el suministro de agua sería una “violación de los acuerdos internacionales” y podría generar una “crisis humanitaria de proporciones catastróficas” en Pakistán, un país que ya enfrenta serios problemas de escasez de agua.
Mientras tanto, la comunidad internacional expresa una creciente preocupación por la situación. La ONU instó a ambas partes a “moderación máxima” y ha advertido sobre el riesgo de una escalada militar que podría abrumar cualquier intento de desescala. El Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, ha hecho un llamado urgente a India y Pakistán para reiniciar el diálogo y buscar una solución pacífica al conflicto, aunque el panorama actual parece más sombrío que en ocasiones anteriores.
China, quien mantiene una relación estratégica con Pakistán, también expresó su preocupación, instando a ambos países a evitar cualquier acción que pueda amenazar la estabilidad regional. Sin embargo, el clima político interno en ambos países es volátil, con líderes políticos que enfrentan presiones de los sectores nacionalistas que exigen una respuesta más fuerte y agresiva.
El riesgo de guerra nuclear
La situación es aún más alarmante debido al hecho de que tanto India como Pakistán tienen armas nucleares. En el pasado, el conflicto entre los dos países estaba al borde de una guerra total en varias ocasiones, pero nunca ha habido una gran confrontación directa a gran escala debido a la disuasión nuclear. Sin embargo, la situación actual es seguida de cerca por la comunidad internacional, lo que teme que la presión sobre ambos gobiernos pueda conducir a una escalada más peligrosa.
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En 2019, un ataque suicida en Pulwama, en el que murieron 41 soldados indios, llevó a India a lanzar ataques aéreos dentro de Pakistán, lo que causó una respuesta militar similar. En ese momento, el mundo estaba al borde de una guerra a gran escala, y la demolición de los aviones de combate por ambos países aumentó el temor de que el conflicto pudiera salir de control. La situación actual, con represalias diplomáticas y amenazas militares, recuerda ese episodio peligroso y eleva los temores de una nueva confrontación armada.
Cachemira, una región montañosa rica en recursos naturales, ha sido el epicentro de la disputa entre India y Pakistán desde la partición del subcontinente en 1947. Después de la independencia de India y Pakistán, la región de Cashmiro fue cedida a la India bajo la condición de que la mayoría de la población musulmana podría decidir su futuro. Sin embargo, el gobierno indio tomó el control de la región, lo que llevó a Pakistán a reclamarlo como parte de su territorio. Desde entonces, la región se convirtió en una etapa de tres guerras, innumerables enfrentamientos, ataques contra civiles y una insurgencia que continúa hasta nuestros días.
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