“El productor cobra un 30% menos por la soja que su par de brasileño y paga maquinaria más cara”

En contacto con el canal E, el economista de Crea, Santiago Giraud, enfatizó la decisión del gobierno de permitir la importación de maquinaria agrícola utilizada, que desató una fuerte controversia en el sector agrícola y la industria nacional, además de la falta de competitividad que el sector ha sufrido a la cara de una fuerte presión fiscal.
Como explicó Santiago Giraud, los precios dispararon entre 2022 y principios de 2024, promovidos por “las crecientes restricciones al comercio exterior durante la administración anterior y la opacidad del sistema de permisos como los Sires”. Más allá de la normalización de las importaciones, “los valores no se remontan, lo que deja a productores y contratistas que pagan hacinadores con respecto a Brasil, Estados Unidos y otros competidores”.
“Los productores reciben menos por sus granos y pagan más por sus aportes”, advirtió. “El productor argentino cobra un 30% menos por la soya que su par brasileña, porque hay retenciones. Y al mismo tiempo, paga una maquinaria más cara. Esa ecuación es insostenible”.
Dar la rentabilidad y la capacidad de generar empleo
Giraud explicó que, a diferencia de otras industrias que pueden trasladar los excesos al consumidor, “el productor agrícola no tiene espacio para la maniobra. Vende menos retenciones a un precio internacional y superior en un contexto de precios de grano a la baja”.
“La relación maquinaria principal es peor que en los países fronterizos”, dijo. “Eso no solo afecta al productor, también a los contratistas rurales, que a menudo no tienen tierra, sino que su capital es la maquinaria. Este desequilibrio alcanza directamente su rentabilidad y su capacidad para generar empleo”, agregó.
La presión fiscal y su impacto en la competitividad
Ante las críticas a la Asociación de Fabricantes de Tractores (AFAT), que advirtió sobre un posible colapso de la industria nacional, el economista de Crea comentó: “Es una advertencia válida desde su perspectiva. Pero los productores y contratistas también ofrecen empleo, y los costos locales atacan eso”.
A su vez, reconoció que “la presión fiscal y otras dificultades hacen que la competencia de Argentina”, pero declaró que si el modelo oficial no garantiza la competitividad por dólar, “debe haber costos más razonables en la microeconomía”.