Desafíos de la Universidad Argentina | Perfil

En diferentes estudios durante los últimos cuarenta años, hemos defendido el modelo de una universidad como agente de desarrollo. No es la universidad credencialista que se convierte en un “Teachie”. No la universidad como “aparato ideológico” que atrae a los operadores del clientelismo político. No la universidad como la hermandad de grupos corporativos. En primer lugar, debemos pensar en la “Universidad Nacional” y la “cultura del conocimiento”.
En Argentina, la reforma universitaria de 1918 también tenía estos objetivos. En los últimos cuarenta años, varias corrientes en América Latina expresaron las mismas ideas con Darcy Ribeiro, Jorge Sábato, JJ Brunner, Carlos Tunnermann, Claudio Rama y otros.
En primer lugar, en este trimestre del siglo XXI debemos reconocer los nuevos contextos contra la globalización académica; la informatización de la sociedad; la centralidad de la economía del conocimiento; la generalización del acceso a la educación superior; la necesidad de un modelo de desarrollo inteligente, solidario y sostenible; los impactos de la inteligencia artificial en la enseñanza; Los nuevos perfiles laborales en el mercado. Y no olvide, sobre todo, la necesidad de garantizar la integración social de los jóvenes a través de la educación.
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No podemos enfrentar estos desafíos sin un pensamiento complejo. Cada uno de estos aspectos ha tenido diferentes impactos. Es por eso que el mundo universitario se ha diversificado. Hay universidades profesionales y universidades de investigación, hay universidades de capacitación y universidades monodisciplinarias.
Antecedentes necesarios. En la Unión Europea desde 1999, antes de los cambios en el mundo, se acordó un programa de reforma que ha estado de acuerdo e implementando durante diez años en Bolonia. Las universidades actuaron con gran autonomía pensando en primer lugar sobre la construcción de un “espacio de conocimiento europeo” en medio de los cambios mundiales.
Los cargos de los programas de estudio se redujeron pensando que las tecnologías de la información debían estar disponibles. Se adoptó un plan de estudios flexible para permitir que todos salieran de un esquema monodisciplinario y bloqueado territorialmente, y enfatizaron la formación básica y la necesidad de preparar a las personas para aprender toda la vida. Esta estrategia fue adoptada por 54 países, seis de ellos en África y Oriente Medio.
Este antecedente es importante pensar en un proceso de reconstrucción universitaria donde, al mismo tiempo, se acuerdan directrices y objetivos comunes, se promueve un plan de estudios flexible que permitirá introducir todo tipo de innovaciones.
Desafíos de las universidades argentinas. En la experiencia del Mercosur de la Universidad, ya se habían acordado los procedimientos de acreditación de carreras y la adopción de estándares comunes en diferentes carreras profesionales. Esto nos permitiría crear el espacio de conocimiento sudamericano. Para que las políticas nacionales se puedan combinar con proyectos diversificados. Esto sería algo muy diferente de la atomización universitaria que tenemos. Pero una estrategia similar requiere un trabajo de convergencia y acuerdos entre las diversas instituciones. Es algo que se puede probar sin el peso de los respectivos gobiernos.
Si pasamos de estrategias institucionales a los proyectos particulares de las universidades, encontraremos que algunas carreras de grado de privilegio. En este caso, es muy importante abordar el acortamiento de los planes de estudio para alcanzar una oferta promedio de carreras de cuatro grados. Pero también debemos facilitar los estudios de posgrado (que no tienen un estatus institucional en la ley de educación superior). Además, la alfabetización informática para aprovechar las inmensas capacidades de la inteligencia artificial es inevitable.
Si pensamos en términos pedagógicos, debemos tener inteligencia artificial para facilitar la personalización del aprendizaje y reforzar el apoyo a los estudiantes para evitar fallas académicas. La inteligencia pedagógica y la inteligencia artificial deberían funcionar como aliados para mejorar drásticamente los rendimientos académicos de las universidades nacionales. Si no asumimos este escenario, reproduciremos las fallas y también el escape de los estudiantes hacia las ofertas de las redes.
La cuestión del gasto. Muchos piensan que la cuestión del financiamiento es crucial, y lo es. Sin lugar a dudas, al menos duplicar los presupuestos actuales, pero en nuevas condiciones, respetando los criterios racionales para la asignación de recursos. En este sentido, consideramos que, en la asignación de recursos del presupuesto de cada universidad nacional, solo el 15% debe usarse en los gastos gubernamentales y de administración, mientras que el gasto académico (salarios de enseñanza) debería alcanzar el 55% en promedio. La actividad científica debería absorber el 5%en promedio, mientras que el equipo y el sistema de información podrían alcanzar el 10%. Finalmente, los gastos de bienestar de los estudiantes (becas, residencias, comedor) requerirían otro 10%. Sugerencias como esta ya se han discutido en el Consejo Nacional de Interuniversidad, pero sin llegar a ningún acuerdo.
En la actualidad encontramos que, al mismo tiempo, tenemos la mayoría de los maestros con bajos salarios de dedicación simple, y algunos miles, como Ad Honorem, Gobierno y los gastos de administración, pueden aumentar un 40%. Las universidades que mantienen actividades no esenciales no tienen programas de bienvenida de estudiantes. En algunos casos, el rector gasta más que toda actividad científica. Una racionalización del gasto aumentaría los puestos de enseñanza exclusivos y los beneficios del bien de los estudiantes.
Fuentes de financiación. Ahora, para aumentar el presupuesto, también es necesario expandir las fuentes de financiamiento. Todas, o casi todas, las universidades nacionales tienen acuerdos o contratos con organismos públicos, con empresas y organizaciones sociales. En algunos casos, se han creado sociedades anónimas, fundaciones y cooperativas para garantizar la viabilidad de los proyectos.
Las posibilidades para los empresarios son muy amplios. Las modalidades de estos contratos varían y, a veces, permiten crear un sistema paralelo al de la universidad. La gestión del financiamiento universitario debe formar parte de un sistema coordinado en cada universidad para evitar usos privados o corporativos de proyectos universitarios.
Las universidades pueden favorecer la creación de empresas. Las universidades nacionales crearon alrededor de veinte empresas. En Brasil, las universidades públicas han creado 400. En Chile, las universidades públicas generan alrededor del 20% de sus presupuestos con sus propios recursos. Pero lo esencial es la conversión de universidades en agentes de desarrollo con capacidades para abordar los problemas de la sociedad.
En el nuevo escenario de reconstrucción, es necesario reestructurar la Comisión Nacional para la Evaluación y la Acreditación (CONEAU), a través de la reducción de su número de directorio a seis especialistas con el máximo título académico (el modelo francés). Debería funcionar en el campo de la secretaría de políticas universitarias con un estatuto de autonomía académica. Es decir: menos funcionarios políticos, menos burocracia, más énfasis en los aspectos pedagógicos y organizativos del sistema nacional.
Sería un grave error pensar que la mejora de las universidades simplemente aumentará los presupuestos y reanudará las prácticas tradicionales. Sin una renovación verdadera, los cambios de contexto pueden causar ofertas de escuelas y crecimiento masivas en las redes de información.
Las universidades pueden crear de forma autónoma un consenso para una nueva política universitaria. Para esto, deben centrarse en las políticas de conocimiento, la inteligencia pedagógica y la responsabilidad social.
*Profesor del Doctorado en Política y Gestión de la Universidad de los no malos y la Maestría en Gestión Universitaria de la Universidad Nacional de Mar del Plata.