Cómo el Narco Mafias que funcionan el terror

Disputas de muerte y alianzas frágiles. Una explosión de bandas de nombres curiosos constituye el nuevo mapa del crimen en Ecuador, un país acorralado por las mafias y antes del desafío de elegir a un presidente capaz de doblarlos.
El Freddy Krueger causa pesadillas en las calles, los sofisticados anteojos de pico disputan el dominio del Golfo de Guayaquil y el cuartel de Feas controla las cárceles. Estos se agregan a los ya famosos choneros, lobos y tiguerones.
La misma violencia cambia su nombre de vez en cuando debido a una atomización de los grupos armados y un cóctel perfecto que asaltó la tierra de la guerra: puertos estratégicos para la salida de drogas, vecindario con Colombia y Perú, los productores de cocaína más grandes, una economía y corrupción dólarizadas.
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Y en el medio, la gente. Un comerciante extorsionado recuerda el día en que una bomba explotó en su restaurante en Guayaquil, Capital Economic y el crimen del país. “Dijeron que eran de la mafia, pidieron 15 mil dólares para no matarnos”, dice la mujer que mantiene su identidad bajo reserva a la AFP.
Los tentáculos de las organizaciones no conocen fronteras. Se generan en la costa del Pacífico con el apoyo de carteles de México y Colombia, así como en la mafia albanesa. Luego cruzan la cordillera andina a ciudades como Quito, Ambato o La Minera Ponce Enríquez (Sur ecuatoriano), según los expertos.
En enero y febrero, Ecuador se registró un muerto cada hora, según cifras del Ministerio del Interior. Es el comienzo del año más sangriento desde que tienes registros. “La guerra es para territorio. Ya no hay cabezas conocidas como antes, todos quieren su independencia”, dice el líder de un grupo.
Esta fragmentación dificulta controlar las bandas por las autoridades. “Vemos una asociación de grupos pequeños y menos rígidos. Esto ya ha sucedido en Colombia en 1990 después de la muerte de Pablo Escobar”, dice la experta de seguridad Carla Álvarez.
Las jerarquías comenzaron a romperse en 2018, cuando una de las organizaciones más grandes se dividió. La muerte en 2020 del líder de los Choneros, Jorge Luis Zambrano, también conocido como Rasquiña, profundizó las luchas.
Para las mafias, la ciudad es “un mercado de consumo de drogas, como en diferentes capitales latinoamericanos”, explica Carolina Andrade, Secretaria de Seguridad Municipal.
Quito, ubicado en los Andes, también se percibe “como un espacio seguro para esconderse”, porque no tiene el mismo control policial o militar de la costa.
Renato Rivera, del Observatorio Ecuadore del Crimen Organizado, explica que los grupos tienen ciertas especialidades. El cuartel de FEAS, por ejemplo, opera en prisiones con extorsión y microtrafficking.
Esta banda desató confrontaciones entre los reclusos para la comida. El prisionero que no pagó la “vacuna” (extorsión) no comió, dice. Y en el puerto de Guayaquil, los payas anteojos, los choneros y los tiguerones chocan con las rutas de drogas, a veces camuflados en contenedores de plátano o camarones.
En la parte superior de la pirámide criminal de la capital están los lobos y los reyes latinos. Las mafias “han ganado espacio, es complejo luchar contra ellos”, admite el comandante de la policía de Guayaquil, Pablo Dávila.