La filosofía como invitación a la revuelta

Según la tradición de la filosofía, el estado de la taumzeína, que se traduce como “asombro” o “admiración”, explica el origen del pensamiento filosófico. Sin embargo, no es de ningún asombro o admire antes que algo. El sentido de Thaumzein se refiere a faltar, preocuparse, a ser aturdido o perplejo, desconcertado, ante una cosa o evento que, sin importar cuán bien conocido, se vuelva desconocido o maravilloso (el taza significa “maravilla”, “sorpresa”). Si se atiende esta condición peculiar a la que nace la filosofía, se hace más fácil entender por qué la filosofía, en contra de la ciencia, no tiene un objeto predeterminado de investigación y reflexión. Ha filosofado y filosofado sobre muchos campos diferentes (el ser de la entidad, la política, el arte, la moral, la ciencia, la naturaleza, la historia, etc.) y, lo más importante, de diferentes maneras. Algunas filosofías predominan para una era, incluso siglos, otras permanecen en los márgenes, en latencia. En la actualidad, donde hay muchas cosas que sorprender, está claro que Thaumazein también ha caído sobre la misma filosofía, tal vez y de manera radical por primera vez en la historia.
Esta tendencia de filosofía de filosofía o “metafilosofía”, de lo contrario, debido a que aún no se sabe lo que está en juego, adquiere una cierta emergencia vaga en 1970, en la revista Metaphilosophy, con la publicación de una nota de las filosóficas polacas-estadounidenses Morritz Lazerowitz, en la que afirma haber creado el concepto en 1940 las teorías filosóficas. Los datos doxográficos, en cualquier caso, solo indican que la filosofía como objeto de interrogación filosófica aparece a mediados del siglo XX. Si se busca una historia cercana, un gran candidato es el Wittgenstein Logico-Philosophus tractatus (1921) (“metafilosofía” se produce a Lazerowitz hurgando en el trabajo con Wittgensteinian). Pero, estrictamente hablando, la orientación metafilosófica, si existe como tal, no ha sido más que el anuncio de un cierto ejercicio de filosofía de filosofía: ¿mencionamos qué es la filosofía? (1991) de Deleuze y Guattari o márgenes de la filosofía (1972) de Derrida: que, después de todo, no busca sistematizar la teoría filosófica o descubrir cuál sería su esencia, pero, más bien, girando en sí misma, busca provocar una insurrección, una insumisión o revuelta ante el modo de Nietzsche, Wittgenstein, heidegger o FataUcger.
La palabra que usa al filósofo y el poeta Lucas Soares (1974) en su libro ¿Qué es esa cosa llamada filosofía? Publicado por el siglo XXI, es precisamente “revuelta”, que se refiere a una colección que dirigió a Galerna, para responder esa pregunta. Más bien, entiende que delimita el núcleo de la práctica filosófica, el colapso en el que se curva para tomar otra dirección y girar algo, hasta que llegue a su origen. Por lo tanto, en este “revuelo”, alterar, molestar, subvertir o demoler las formas consolidadas de pensar, el deseo, el sentimiento y la actuación, una forma de vida, se dice, abordar, con una perspectiva diferente, con una perspectiva diferente, lo que somos y cómo nos hemos convertido. Lo que implica, para agregar otra palabra relacionada, una revolución (de la revolución latina: regreso o giro) y también una rebelión a las definiciones canónicas de filosofía y, en consecuencia, la suposición de pensamiento como aventura, experimento o, aún más, como siempre abierto. Para tal compañía, que se puede perder fácilmente en un laberinto de dilemas y categorías, Soares propone algunas reglas: proceda por prueba y error, avance hacia atrás retrocediendo en sus propios pasos o hacia los filósofos pasados, piense desde y contra alguien, cambie algunos conceptos cruciales, cuestionando lo que aprendió, sospecha lo obvio y simple, para investigar lo que se conoce y lo que se conoce y lo que se conoce y lo que se conoce y lo que se conoce.
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Estas reglas o preceptos, que no ofician para un método, debido al mero hecho de que no saben lo que quieren (aunque aspiran a darse cuenta del tiempo), y es por eso que pueden conducir a todo tipo de Aporia (que no serían malas), no son caprices de ninguna manera. Están estrictamente en línea con la filosofía como una revuelta. Desde el griego Thaumazein hasta la deconstrucción deridiana, desde Sócrates hasta Lyotard, desde la duda cartesiana hasta el “estado interpretado” del Dasein Heideggerian, la estrategia de Soares consiste en seleccionar revueltas filosóficas y mostrar, demostrando esa base de revueltas, lo que es filosofía. On the other hand, he himself fulfills, doing philosophy of philosophy – or “metaphilosophy”, if he wants – with almost all those rules: he advances backing, turns around some issues (the moral effects of reflection on the subject, philosophy such as Therapia, the meaning of life, the impossibility of defining philosophy, thinking in the digital age), puts in question in question (Plato Aristotle, being a professor of ancient Filosofía), pero sobre todo, principio irreducible, sabe que no lo sabe.
En cualquier caso, la mayor influencia en la filosofía de la filosofía de Soares es Nietzsche, y no simplemente citarlo más que otros, o porque la regla de pensar contra alguien es de alguien es una notoria impresión de Nietzscheana. De ninguna manera: la revuelta, el alboroto, la insubordinación filosófica de que la maravilla está impregnada, bañada, de Nietzscheanismo. Además, la rebelión que lidera, incluso incluyendo el Socrático (“Refutación”) Socratic, se encuentra en una tira histórica postnietzscheana. En última instancia, aunque Soares renuncia (o casi) a toda la doctrina de Nietzscheana, no puede superar la tentación de sugerir que la práctica filosófica apunta a la “transvaluación de todos los valores” y para integrarse, a esa gigantesca transmutación, al pensamiento de Foucault. Todo sucede, de ese sentido, de tal manera que la última gran revuelta filosófica ha sido la de Nietzsche, cuyo sendero nos llega a poner la filosofía y el orden del mundo bajo el cual vivimos.