Pobreza: ¿Qué dependerá de ese 38.1% no se convierte en un piso nuevo?

Según las cifras oficiales, 962,502 personas dejaron la pobreza entre el segundo semestre de 2023 y el mismo período de 2024, mientras que más de un millón dejó de estar en una situación de indigencia. En Chaco, la provincia con el mayor porcentaje de personas con estas realidades, los números también mostraron resultados alentadores: la pobreza cayó de 65.2% a 60.8%, y los niveles de indigencia, de 24.4% a 22.4%.
Pero en el comedor de Graciela, ubicado en la ciudad de Sáenz Peña de esa provincia, las mejoras en los porcentajes aún no se notan. De hecho, durante el último año, y aunque tiene una cuota máxima, pasaron de cumplir 75 para cuidar a 85 familias, dijo al perfil. Adaptaron las raciones para una concurrencia que cambió en número y composición: hasta que 2024 asistió a una sola persona retirada. Ahora la norma sigue siendo la mayoría de los niños y las familias completas, pero las personas mayores tienen seis años.
La explicación de esta falta de correspondencia entre las estadísticas y la realidad podría estar en la forma en que la pobreza se mide en Argentina. Como Juan Ignacio Bonfiglio, un investigador del Observatorio de la Deuda Social de la UCA, el cálculo realizado por Indec se basa en los ingresos. “Si la pobreza se mide en estos términos, cuando existe una volatilidad tan fuerte como la que tuvimos desde mediados de 2023 y los primeros meses de 2024, hay coincidencias a corto plazo que pueden generar un aumento muy fuerte en la pobreza, lo que puede sobreestimarse. Además, explicó, la pobreza medida por el nivel salarial deja acceso real a bienes y servicios básicos, como educación, vivienda decente o salud. En esos términos, y de acuerdo con los últimos datos del observatorio, la pobreza multidimensional pasó de 39.8% a 41.6% de 2023 a 2024.
“Los datos de la pobreza no se subestiman, deja la metodología utilizada correctamente”, dijo a estos medios Hernán Herrera, investigador del Instituto Argentino Grande (IAG). “Nuestros estudios indican que, en contra del primer semestre de 2024, una disminución en el desempleo, el producto de que se aprobaron los efectos de la devaluación y hubo cierta recuperación. Es lógico que la pobreza sea menor que en el primer semestre”.
Por otro lado, enfatizó que “es lógico que Argentina haya tenido niveles de pobreza y recuperación económica de acuerdo con otro flujo del sector externo. El hecho de que no haya habido sequía y que ha habido un flujo de dólares que permitió ordenar algunas variables nos hace tener una pobreza que puede disminuir con respecto a los momentos en los que el sector externo estaba completamente roto”, agregó.
En ese sentido, “el único éxito que tiene el gobierno es haber estabilizado el sector externo, lo que lo alcanza con ajustes muy grandes. La devaluación fue un ajuste muy grande, la motosierra en las obras públicas fue tremendo: el año termina con una caída que excede el 70% en total; en comparación con 2023, la industria cae casi el 10% en todos los 2024, todos estos factores hacen que un piso de Pover the toof, no un techo, no un techo, no un techo.
Que la pobreza del 38.1% informada por Indec es un piso o un techo dependerá de la evolución de otras variables, además de la inflación y los ingresos. “Estos datos son lo único que nos dice es que hay una mejora con respecto a la primera mitad de 2024, pero no nos dice mucho sobre lo que está teniendo estructuralmente”, dijo.
“El resto de los datos no funcionan bien con el gobierno: la industria, la construcción y los ingresos de la sociedad, que obviamente mejoran, sino a los niveles en comparación con noviembre de 2023”.
En resumen, la última medición no es suficiente para mostrar una tendencia, sino “la salida del shock inflacionario después de la devaluación”.
“La pobreza de ingresos es muy volátil para los movimientos de precios e ingresos. En diciembre de 2023, con la devaluación, los precios de los alimentos se disparan de inmediato, pero no los salarios que, arriba, se miden con un mes de retraso. Dicho de una manera simple: era evidente que la pobreza se reduciría”, dijo el economista Hernáncer.
En cuanto al problema metodológico, destacó el mayor peso relativo que los servicios deberían tener para determinar la canasta básica total, con la que se mide la pobreza. “En los últimos meses, estos artículos han tenido aumentos muy superiores a los de los alimentos, pero este cambio no se refleja adecuadamente en el coeficiente que determina la canasta básica. Como consecuencia, un mayor número de hogares aparece por encima de la línea de pobreza, incluso cuando sus ingresos no han tenido un crecimiento significativo”. Y, “Si no hay mejora en el ingreso real, la pobreza no disminuirá”.
A largo plazo, ninguna de las variables que ayudó a la disminución de la pobreza resulta en una reducción en los problemas estructurales. “El aumento de AUH llegó a poner un colchón a la falta de vivienda. Sin embargo, no es un factor determinante. Justo cuando se habla de pobreza estructural, está hablando de un país que tiene productividad en su economía”, dijo Herrera.
En el comedor de Graciela, que comenzó a trabajar en 2011, las necesidades son las mismas que en ese momento: principalmente, un techo que los cubre de frío y lluvia, y que les permite cocinar y servir a cientos de personas. Además de un plato de comida, tratan otras necesidades con los recursos disponibles: educación a través del apoyo escolar y los talleres de comercio.
“Aquí con la lluvia está cocinando”, dice al compartir un video hace unos días, con el terreno inundado. “Necesitaríamos una sala de estar, un baño, un lugar donde los niños puedan quedarse y comer en un ambiente cómodo”.